Estimadas pupilas:

Hace unos días leí en la web del New York Times un artículo de  Amy Shuterland que no puedo resistirme a compartir con vosotras. Se titulaba “What Shamu taugh me about a happy marriage”

En él la autora tras una experiencia profesional en el mundo de los delfinarios, descubría las similitudes entre el entrenamiento del delfín y el del hombre.

Si queréis seguir esta experiencia haced lo siguiente:

Elaborad una lista de las cosas que más os molestan de vuestra pareja, por ejemplo:

–         No se acuerda del aniversario de vuestro primer beso, vuestro aniversario del mes, vuestro aniversario de boda etc, etc.

–         El suelo de vuestro dormitorio es un campo electromagnético, lleno de meteoritos conocidos como calcetines sucios.

–         Nunca lava los platos, piensa que existe un puente aereo invisible entre la mesa y la cocina.

El comportamiento de una antoñita tipo sería:

–         “Nunca te acuerdas de nada especial para nosotros, pero la fecha del Barça- Madrid esa si que te la sabes de memoria”.

–         “¿Crees que soy tu criada?”.

Pués no chicas, observando el mundo de los delfines nos damos cuenta de que se les premia por los logros conseguidos y se ignoran sus comportamientos negativos. Es decir, pirueta pescadito, doble pirueta dos pescaditos.

Por supuesto, no esperemos que un solo calcetín en la cesta implique un carrera ipso facto para tener toda la colada dentro de la lavadora. Nuestro delfín no empieza haciendo la doble pirueta desde el principio, es cuestión de tiempo.

Por otra parte, debéis analizar a vuestro chico como el animal exótico que es, no muy alejado en la escala zoológica de vuestro Cocker. ¿ Se relaciona bien con la manada?.¿ Es un animal solitario?.¿Es cazador o por el contrario prefiere que le proporcionen la comida otros animales del grupo? .En función de este concienzudo análisis debéis estimularle con los premios adecuados, por ejemplo si salís con un culturista absteneros de recompensarle llevándole a un ciclo de cine japonés.

Cuando un delfín hace algo mal el entrenador le ignora, poniendo atención en no mirarle siquiera. Todo radica en la creencia de que cualquier acción positiva o negativa provoca un comportamiento como respuesta a la misma. Si no hay respuesta, la acción acabará siendo abandonada.

Y recordad, nunca es culpa del animal sinó del entrenador.

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