EL HIERRO DE LA GANADERÍA
Estimadas pupilas:
Con los hombres pasa como con los toros ( y no me refiero a los cuernos, queridas ) siempre es deseable que lleven el hierro de la ganadería.
Para aquellas que penséis que estoy incitando a la creación de un ejército de criaturas con la P de Patricia la M de Marta o la S de Sara tatuadas en un lugar visible para alejar a las posibles competidoras, no niego que se trata de una idea tentadora para algunas. Pero antoñitas, nosotras somos damas delicadas y sutiles y dejamos nuestra huella de forma menos traumática.
Supongamos que habéis salido a cenar y después de contemplar sus ojos, sus manos y todo lo contemplable incluido lo estupendamente que come las alcachofas, llega el momento culminante y él saca su cartera para pagar. Si tenéis suerte esta será la primera de muchas invitaciones, hasta que un día haréis la pregunta fundamental:
– Es el cumpleaños de mi tío Facundo y quiero regalarle una cartera.¿ Dónde te compraste la tuya?
A lo que él balbuceante, responderá:
– Bueno, no me acuerdo.Bien, en realidad me la compró Patricia por nuestro aniversario.
Por supuesto sabíais de la existencia de Patricia pero la mezcla en la misma frase de las palabras Patricia y aniversario es más de lo que podéis soportar. Por lo tanto, hacéis lo que toda mujer con dignidad haría, destrozar a dentelladas el recuerdo de vuestra antecesora en el cargo y comprarle una cartera nueva.
Así que ya sabéis antoñitas, esmeraos en conseguir llevar a ese hombre al altar. No queremos que vuestra cartera acabe olvidada en el cajón de los calcetines.
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